Prometeo nos dice:
Zaherido y violentado por un alado abominable
devorándome las vísceras
o más bien por espectro de época
remota
tomándome el cuerpo para inhabitar el alma...
Y allí permanece y me vive
y en espectro me convierte
y me transforma en cerdo de Circe,
en cretino,
en zombie moribundo,
en caos reptante sin forma;
espectro de la nada hacia la nada…
Oh águila, fiera e inclemente,
de quien son las cadenas que
aprisionan mi alma y me maldicen
si como sé todo es Uno.
Quién eres tu águila mía que
imperas en mi cieno
y a tu dictado me dictas en mi
errancia.
A la piedra me anclas con tus
garfios
y la piedra, ante mi canto, ni cede
ni se inflama.
Me arrebatas la palabra iluminada
que la carne enciende.
Me desatas tu mirada desgranando
oprobios,
puliendo cuchillos en tus ojos,
hiriéndome el alma y el vigor,
helando mis miembros y mi cuerpo
entero salvo corazón y mirada.
Cómo alcancé este áspero puerto,
oh, mi daymon de luz,
destino luminoso de mi alma,
enajenado por esta llamada del no
ser que,
ciegamente,
obedezco como marioneta que mueven
a trasmano
Alma encadenada y penitente que
palpas tu ignorancia
sin poder conjurar la vida en tu
palabra libre de herrumbres y cadenas.
El corazón inflamado se ausenta, la
memoria olvidadiza...
En el océano convulso y azabache
braceas como Ulises.
Tu corazón arde bajo una coraza de
herrumbre y ahí se acoge tu memoria.
Alza los ojos y solo veras a tu
guardiana, fiera y alada,
amasando tu cuerpo en su palabra de
hierro.
Creíste ver el fuego de los dioses
brindándose a los hombres
y tu senda te condujo a las aguas
oscuras y a la piedra fría.
Es Zeus quien martillea tu alma
y Heracles el aroma de tu vida
liberada…
Heracles patético; Heracles siempre
humillado;
Heracles despojado que a otros
entrega la vida y el poder.
Sobre Heracles es Hera quien tiene
la palabra…
La vida le pide en tránsito de
dolor y expiación.
El arte del giro le exige a máximo
precio.
Un sí, un mero movimiento para
quemarse en su llama
Heracles, verus Prometeus, romperá
las cadenas.
¿Es el dolor el peaje de la forma?
Ya lo dijo Hesiodo, desde el caos
hacia el orden.
En las tinieblas más densas del Caucaso más encumbrado
entre las nieves y los hielos
de un blanco azulado preñado de belleza
nos responde el coro:
Oh Prometeo; nada sabemos de los dioses
salvo la cifra de su misterio persistiendo en lo humano.