jueves, 27 de febrero de 2025

El canto de Prometeo

 


 

 El canto de Prometeo (el silencio de Hera y Zeus)


Prometeo nos dice:

Zaherido y violentado por un alado abominable

devorándome las vísceras

o más bien por espectro de época remota

tomándome el cuerpo para inhabitar el alma...

Y allí permanece y me vive

y en espectro me convierte

y me transforma en cerdo de Circe,

en cretino,

en zombie moribundo,

en caos reptante sin forma;

espectro de la nada hacia la nada…

Oh águila, fiera e inclemente,

de quien son las cadenas que aprisionan mi alma y me maldicen

si como sé todo es Uno.

Quién eres tu águila mía que imperas en mi cieno

y a tu dictado me dictas en mi errancia.

A la piedra me anclas con tus garfios

y la piedra, ante mi canto, ni cede ni se inflama.

Me arrebatas la palabra iluminada que la carne enciende.

Me desatas tu mirada desgranando oprobios,

puliendo cuchillos en tus ojos, hiriéndome el alma y el vigor,

helando mis miembros y mi cuerpo entero salvo corazón y mirada.

Cómo alcancé este áspero puerto,

oh, mi daymon de luz,

destino luminoso de mi alma,

enajenado por esta llamada del no ser que,

ciegamente,

obedezco como marioneta que mueven a trasmano

Alma encadenada y penitente que palpas tu ignorancia

sin poder conjurar la vida en tu palabra libre de herrumbres y cadenas.

El corazón inflamado se ausenta, la memoria olvidadiza...

En el océano convulso y azabache braceas como Ulises.

Tu corazón arde bajo una coraza de herrumbre y ahí se acoge tu memoria.

Alza los ojos y solo veras a tu guardiana, fiera y alada,

amasando tu cuerpo en su palabra de hierro.

Creíste ver el fuego de los dioses brindándose a los hombres

y tu senda te condujo a las aguas oscuras y a la piedra fría.

Es Zeus quien martillea tu alma

y Heracles el aroma de tu vida liberada…

Heracles patético; Heracles siempre humillado;

Heracles despojado que a otros entrega la vida y el poder.

Sobre Heracles es Hera quien tiene la palabra…

La vida le pide en tránsito de dolor y expiación.

El arte del giro le exige a máximo precio.

Un sí, un mero movimiento para quemarse en su llama

Heracles, verus Prometeus, romperá las cadenas.

¿Es el dolor el peaje de la forma?

Ya lo dijo Hesiodo, desde el caos hacia el orden.


En las tinieblas más densas del Caucaso más encumbrado

entre las nieves y los hielos

de un blanco azulado preñado de belleza 

nos responde el coro:

Oh Prometeo; nada sabemos de los dioses

salvo la cifra de su misterio persistiendo en lo humano.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario